¿Cuál es la naturaleza de la oscuridad?
Conversaciones con escritoras de Camino a tinta sombra
(ISSUE, CULTURE)

En el encuentro de un espíritu apasionado por el asombro que ofrece el universo y una creación literaria oriunda de lo sensible, existe un momento mágico donde las fronteras que delinean los nombres se disuelven y la energía de cada mirada se transforma.

Los fragmentos literarios que las autoras Ximena Prieto, Ana Karina Zatarain, Ana Velasco y Helena Ospina han dejado en el libro Camino a Tinta sombra de DNA cargan, en su esencia, una potencia especial, una exploración particular de la palabra y la memoria que en ella habita.

A través de conversaciones y cuestionamientos, quisimos que las escritoras nos compartieran una versión más profunda de su camino durante la creación de sus obras.

Ximena Prieto, Entre relámpagos

Cuéntanos un poco sobre ti, tu trayectoria y los elementos esenciales para sintonizar contigo y con tu obra.

Siempre he explorado las distintas formas de contar una historia. Mi primer trabajo fue organizar material en la oficina de Julie Taymor, una directora de teatro y cine que explora la mitología y las reinterpretaciones de textos clásicos. El simple hecho de estar organizando su archivo, leer sus guiones y libros, es algo que me inspiró profundamente.

Mi tío, Antonio Prieto Stambaugh, es profesor de performance y teatro; también inspiró mi camino, mezclando disciplinas y géneros. En la universidad estudié reinterpretación de narrativas a través de mitos, textos apócrifos e historias orales compartidas en distintas comunidades, combinando investigación y entrevistas con poesía y prosa.

Leer textos de W.G. Sebald, Anne Carson, Maggie Nelson, Teresa Hak Kyung Cha y Gloria Anzaldúa en ese tiempo me formó y me llevó a participar en eventos literarios en Nueva York, donde estudié y viví por ocho años, trabajando en producciones de cine en el departamento de arte. Ahí regresé a crear con mis manos; empecé a jugar con instalación de video, sonido y un “teatro de objetos” en el que los elementos representaban una narrativa deconstruida, conectada a una historia familiar.

Me interesan las historias ocultas o perdidas del linaje familiar, el impacto que esto aún carga en nuestro presente. A través de cuentos, poesía, performance y cine, intento investigarlo. Hay momentos en que pienso que sería lindo enfocarme en solo una disciplina, pero cada narrativa expresa su forma. Intento interpretar esto, aunque signifique probar algo nuevo.

Ahora estoy preparando mi segunda obra de teatro, creada para una marca llamada Springtime Wishes, y unos días antes de la presentación se filma un cortometraje que coescribí con mi hermana, María Fernanda, quien es directora y productora, y con quien he colaborado toda mi vida. También estoy creando un largometraje con Alexis Gómez, con quien he escrito varios proyectos. Es muy natural para mí crear con familia o personas queridas.

Hace poco hice un videopoema utilizando la voz de mi mamá y material en super 8, filmado por mi papá cuando era adolescente. He hecho varios proyectos así, inspirados en recuerdos o sueños míos o de las personas en mi vida. Es una investigación constante a través de la conciencia colectiva de un núcleo conocido, aceptando que nunca vamos a conocer algo o a alguien del todo, intentándolo de cualquier modo.

Hablar de la oscuridad de la naturaleza ha sido profundamente importante para nuestro tránsito interior en DNA ¿Qué fue lo que más te resonó cuando nos acercamos a ti sobre el proyecto?

Desde niña me han fascinado las cuevas, los bosques, el espacio con poca luz. Anticipaba mucho la noche, como si en la oscuridad se abriera una posibilidad desconocida, y ahí es donde existía la magia. Quizá esto esté relacionado con el hecho de que tuve insomnio toda mi infancia; en la noche, en la oscuridad, en el silencio que no era exactamente silencio, escuchaba otras cosas que en el día no se perciben: las cigarras, el viento, los ruidos de la casa.

Ahí surgen otros pensamientos, más expansivos, más raros, más existenciales. Fui una niña muy existencial, con mil preguntas sobre la vida y la muerte, y eso inspiró a la niña del cuento.

De todos los símbolos relacionados con la oscuridad en tu texto, ¿con cuál te identificas más y por qué?

Hay esta figura en el cuento: el ser en el umbral. Esto sí está basado en un recuerdo mío, de ver una sombra de niña, una silueta que observaba desde el pasillo. Para mí esto representa lo liminal de la oscuridad: un ser que ya no recuerda quién es, pero reconoce algo de la niña. En la obra que acabo de escribir hay un personaje similar, que se llama Umbra.

Siento que es el mismo personaje habitando distintos cuentos. Representa un estado en el que no estamos atados a la identidad fija que nos define en el día y podemos nadar entre ambigüedad. Es liberador, pero también puede ser confuso.

Esto es lo que más me intriga: ese estado entre sueño y despertar donde los pensamientos no tienen bordes fijos y no estamos corporizados del todo. Sin cargar la identidad que has adoptado, eres casi como un observador de ti mismo; eres el espacio que habitas. En la oscuridad ocurren cambios que quizá no nos permitimos en la luz.

La niña del cuento está considerando pensamientos más adultos por primera vez: contempla la posibilidad de crecer y cambiar, de sentir culpa, la construcción de identidad. Pero en la oscuridad puede conectar con una esencia que va más allá de lo que parece ser en el mundo de los adultos; le permite habitar ese espacio liminal.

En tu relato, parece que habitar la memoria es una forma de explorar los sentimientos profundos que se encuentran en el interior. Cuéntanos más sobre la niña de tu texto, ¿quién es y en dónde está ahora?

Un elemento que está presente es el desarrollo de la culpa. Es algo que cuestiono: cómo y cuándo se genera por primera vez esta sensación inventada, de que nos hemos equivocado o hemos decepcionado a los demás. Es algo que en la infancia no existe exactamente y que esta niña no entiende del todo, aunque sí siente como un cosquilleo, como una tos que aún no ha tomado forma, pero empieza a intuir.

A través de la niña y sus preguntas quise explorar la oscuridad como un espacio de intriga y disolución, algo que te invita a sumergirte y quizá hasta a perder lo que pensabas ser. Estuve pensando en dos textos: Confesiones de San Agustín y El barón rampante de Italo Calvino, y hay referencias en el texto a ambos.

La niña le pregunta a su madre si tienen un árbol de peras; esto es una referencia a San Agustín, que describe sentir culpa por primera vez al robarse unas peras con sus amigos de niño. Hay otro eco en el hecho de que la niña se roba un rosario de su maestra de catecismo, pensando de forma binaria que hay algo oscuro dentro de ella.

El barón rampante se menciona cuando la niña dice que quisiera quedarse en los árboles y recuerda un libro que le leyó su prima. Aunque son libros distintos en forma y contenido, ambos demuestran una forma de salir del paradigma o la ciclicidad de la sociedad: de soltar la culpa o los patrones de identidad, ya sea al dedicarse a la fe pura o soltar la realidad del todo, viviendo toda una vida desde los árboles.

Yo creo que la niña está en esa polaridad. La oscuridad es el espacio donde pueden vivir ambas partes de su identidad, sus contradicciones, sin juicio. Es su mundo en los árboles, la oscuridad es su fe.

Me veo reflejada en esa niña y quisiera pensar que ha aceptado sus contradicciones. Crece y forma una identidad maleable. Sabe que sí le afecta su contexto; sabe que siente culpa por crecer, porque los adultos que la quieren están perdiendo a la niña que cuidan, pero también entiende que dentro de ella siempre va a nacer algo nuevo. Cambiará, se perderá algo, se encontrará algo más.

Si pudieras describir el entorno de tu naturaleza interior, ¿qué matices tendría? ¿qué vigores o ausencias serían fundamentales para el entendimiento de tus procesos?

Soy una persona con paz en ciertos aspectos; específicamente, intento compartir paz y traerle paz a los demás. Pero igual siempre he llevado un remolino de emociones contradictorias dentro; a veces son emociones que ni son mías, son las alegrías y las tristezas de los que están a mi alrededor.

El motivo por el que cuento historias es para intentar desenredar este remolino, para darle espacio a esas emociones, para nombrarlas y reconocerlas.

Mi proceso inicia con una sensación, quizá ligada a un recuerdo o una persona, y de ahí es como un hilo que voy jalando hasta que salga lo que realmente me está hablando.

¿Cómo te acercas a los momentos de escritura y creación? ¿Tienes algún ritual para acercarte a la palabra?

Al iniciar un proyecto, aún no sé lo que busco comunicar; solo es como ese cosquilleo de que hay algo que tengo que investigar, una pregunta aún no formada.

Muchas ideas me llegan durante vuelos o cuando estoy cerca del agua. Pero quizá me predispongo a esto, ya que sueño muchísimo con el mar y con los aviones, y una parte esencial de mi proceso es el mundo onírico.

Me ayuda escribir detalles de sueños que recuerdo o pedirle a mi mamá que me cuente los suyos, que los describe con tanto detalle; es como un mundo completo. De ahí veo símbolos y momentos que me inspiran. A través de un detalle que me intriga empiezo a explorar.

Para escribir, me hace bien la soledad, entrar a un estado más suave, lento. Primero escucho algo de música y luego entro al silencio.

También me ayuda mucho ver fotos de familia, fotos de álbum; me fijo en las miradas, en los gestos. A veces de ahí se forma un poema, una narrativa o un cortometraje.

Si pudieras compartir un mensaje a la comunidad apasionada por la literatura y la conexión con la palabra, ¿Cuál sería?

Dicen que “un libro prestado es un libro regalado” pero he aprendido que es delicioso regalar libros. Recomendar y compartir es lo que nos conecta, lo que expande nuestra comunidad y nuestra conciencia.

También creo que escribir es algo universal; quizá para nosotras sea también un oficio, pero de los textos más ricos y poéticos que he leído son de personas que no se dedican a esto. Cada persona tiene un mundo interno y de observación único para compartir.

Ve al parque y anota lo que observas. Anota tus sueños. Anota los sueños de extraños si te los cuentan. No sabes cuándo te va a conectar con algo más.

Ana Velasco

Cuéntanos sobre ti, tu trayectoria y los elementos esenciales para sintonizar contigo y con tu obra.

Crecí en la CDMX, siempre soñando con irme a Nueva York a vivir como escritora. A los 19 años logré el sueño de vivir en NY, dónde estudié literatura y filosofía, empecé una carrera como periodista cultural y también empecé a tomar la poesía más en serio. Después de 7 años de vivir y trabajar en NY sentía un cansancio del clima y del estilo de vida (entre hustling muy duro y enfiestar igual de fuerte) y me mudé a Los Ángeles, dónde empecé una segunda carrera en curaduría y supervisión musical para cine, y un nuevo lifestyle enfocado en ejercicio, sol, naturaleza, y autocuidado.

Al haber dejado la escritura como una fuente única y primaria profesional, tuve más tiempo para enfocarme en la escritura como una práctica mayormente creativa. En el transcurso de mi vida como poeta he encontrado más comodidad en espacios de arte, usando la poesía como un medio artístico (de visual o de performance) más que un medio literario. Esto significa que he creado arte visual dónde he podido compartir mi poesía, ya sea en prints, dibujos, videos, o performance dentro de espacios multidisciplinarios, y esto es lo que más me interesa de seguir mi práctica.

Es un sueño también tener un libro de mis poemas porque amo el print, pero también me gusta la investigación de cómo hacer que la gente lea sin darse cuenta que están leyendo. In this day and age nos cuesta mucho trabajo tener la atención o disponibilidad para leer, pero la realidad es que siempre estamos leyendo, aunque la distinción es que las palabras se “esconden” dentro de un lenguaje visual. Empecé a regresar a la CDMX a finales del 2020 – con el mundo cambiado había una posibilidad que nunca antes había tenido de poder vivir y trabajar en mis dos casa hogares.

Después de unos años de este back and forth y de un diagnóstico de salud de mi mamá muy serio, me di cuenta que tenía que tomar una decisión que me llevara a un lugar con más estabilidad y habilidad de sembrar raíces. Tomé esa decisión con la ayuda de mi práctica de meditación, escritura, e hipnosis.

Es un privilegio enorme hacer casa en muchos lugares del mundo, aunque también tiene sus dificultades – despedirse, extrañar, anhelar. La influencia que han tenido Nueva York y Los Ángeles en mi vida son de suma importancia, y han hecho del segundo capítulo Mexicano en mi vida algo hermoso, diferente. Nunca puedes entrar al mismo río dos veces, como dijo Heráclito, y eso es algo que siento con mucho amor en esta época de mi vida y mi creatividad.

Hablar de la oscuridad de la naturaleza ha sido profundamente importante para nuestro tránsito interior en DNA ¿Qué fue lo que más te resonó cuando nos acercamos a ti sobre el proyecto?

He tenido varias conversaciones con Pamy acerca de este tema por los últimos años. Siento que empezamos en un camino de sanar, desbloquear, atender al espíritu, al cuerpo, y a la mente, en timelines muy similares. Entonces ya de ahí tenía emoción de esta conversación.

En el pasado, la oscuridad era una gran musa para mi poesía, pero venía de un lugar plenamente oscuro, excesivo, triste. Me gusta leer el trabajo mío de esta época  porque tiene una belleza intensa, y admiro mucho el trabajo que cree y los riesgos que tomé, pero a la vez estoy muy feliz de estar en una diferente versión de ser, una versión que ha tomado tiempo de encontrar perdón, felicidad, suavidad, belleza, y paz.

Estamos en un momento de la historia muy oscuro, pero creo que si nos ocupamos de nuestra relación con la oscuridad podemos encontrar propósito y conexión, y nos dará la motivación de hacer cambios positivos a nuestro alrededor. Algo que he aprendido mucho haciendo diferente trabajo emocional, espiritual, somático, medicinal, y terapéutico, es que siempre tenemos presencia de nuestra sombra y oscuridad, y que al tratar de reprimirla nos sale la oscuridad con algún tipo de consecuencia más extrema que el acto extremo de enfrentar nuestra oscuridad con coraje, valentía, amor, empatía, tolerancia.

De todos los símbolos relacionados con la oscuridad en tu texto, ¿con cuál te identificas más y por qué?

Aunque suene cliché, con la luna. Siento que es muy importante ver la luna, hablar con ella, y escuchar los mensajes que te puede mandar. De adolescente las noches eran dónde me sentía más libre para poder expresarme y conocer a gente interesante, con las cuales me podía relacionar cuando me sentía un poco outsider o malentendida. Mi estilo de vida ha cambiado mucho desde mi party girl era pero la noche también ha sido instrumental para esos cambios.

Cuando me mudé a Los Angeles después de vivir en Nueva York empece a tener una relación muy diferente con la noche, pues en la naturaleza de California la experiencia es mucho menos ruidosa, mucho más bella y orgánica. En esos momentos de silencio, sea en el desierto, por el mar, en el bosque, o en mi calle tranquila, pude también bajarle el volumen a tanto exceso de estimulación, y pude escucharme de una manera que hizo que me pudiera conocer mejor. 

Cuéntanos sobre la estructura de tu poesía. ¿Qué encontraste en el efecto de la fragmentación que te inspiró a componer tu obra por actos?

Lo primero que pensé cuando me escribieron para ser parte de esta edición y me contaron el tema fue en la ceremonia de ayahuasca que había hecho apenas unos meses atrás. En esa ceremonia hablamos mucho sobre la oscuridad y cómo no tiene que ser necesariamente un aspecto de miedo, cómo la oscuridad también es una posibilidad de cambio. Llevo muchos años haciendo prácticas de meditación e hipnosis, las cuales me han dado herramientas para conocer mejor la oscuridad de un lugar de amor y curiosidad.

Este poema fue una meditación de diferentes prácticas, realizaciones, y experiencias que me han logrado a tener una relación más simbiótica con la oscuridad, sabiendo que hay una sabiduría muy especifica en ella, y si encontramos una manera abierta de confrontar la sombra podemos ponerle un poco de luz. Estructuré el poema así para honrar estos diferentes capítulos y enseñanzas.

¿Cómo te acercas a los momentos de escritura y creación? ¿Tienes algún ritual para acercarte a la palabra?

Tengo una rutina de mañana que me da una estructura creativa que disfruto mucho. Después de meditar, me siento en la mesa del comedor y escribo tres hojas en mi cuaderno mientras escucho música ambiental o de piano. Hacer mis morning pages me ayuda a desbloquear mis canales creativos porque puedo escribir cualquier pensamiento, pendiente, o tontería que se me ocurra, entonces me regala más espacio para ocuparme de otras cosas, de tener un canal creativo con más espacio para recibir y crear. A veces antes de escribir tengo que ir a caminar, y dependiendo de cómo me llega la inspiración me pongo a escribir a mano o en mi compu. También me gusta prender incienso en lo que escribo, y por lo general escribo con silencio. 

Si pudieras compartir un mensaje a la comunidad apasionada por la literatura y la conexión con la palabra, ¿Cuál sería?

Lean, atiendan lecturas, apoyen a escritores, busquen y creen comunidad, tengan curiosidad, escriban aunque no quieran ser escritores – las palabras son sumamente poderosas y nos ayudan a hacer sentido de las cosas, sea de nuestra propia interioridad, la interioridad de los demás, o la exterioridad que habitamos.

Siento que un bloqueo que muchos tenemos en estos tiempos de exceso de opciones y exceso de acceso es pensar que ya no hay suficiente espacio para que cada uno de nosotros aportemos, pero es más importante seguir aportando cosas intencionales y de valor – el espacio si existe, aunque lo tengamos que crear.

Hay que defender y cuidar las palabras y la literatura – de ideas vienen acciones y de acciones la esperanza, nunca hay que dejar que el nihilismo y el cinismo ganen. 

Ana Karina Zatarain

Cuéntanos sobre ti, tu trayectoria y los elementos esenciales para sintonizar contigo y con tu obra.

Estudié arquitectura; mi camino hacia la escritura fue informal, casi accidental. Me enamoré de la literatura muy chica y, alrededor de mi quinto semestre en la carrera, cuando se volvió innegable que no tenía mucho talento o interés en diseñar edificios, me refugié en la lectura. Evadía mis responsabilidades académicas sin culpa porque leer no me parecía una pérdida de tiempo. Después trabajé un año como editora de un sitio web de arquitectura. Me corrieron en el 2018 y desde entonces escribo para distintas publicaciones, principalmente The New Yorker. Hace cuatro años vendí una propuesta de libro y ahora estoy tratando de terminarlo. Reúne todos los temas que me han interesado a lo largo de mi vida: la nostalgia, el deseo, la violencia y las conexiones entre personas y lugares, sobre todo cuando son inesperadas. 

Hablar de la oscuridad de la naturaleza ha sido profundamente importante para nuestro tránsito interior en DNA ¿Qué fue lo que más te resonó cuando nos acercamos a ti sobre el proyecto?

El primer capítulo de mi libro trata sobre mi relación con la luna y el imperialismo americano. Cuando me invitaron a participar en este número de DNA, se me ocurrió que podía escribir una versión más corta y extraña de ese texto, con un enfoque en la poesía. ¿Qué pasa cuando una nación le incrusta su bandera a un cuerpo celestial? ¿A quién le pertenece la luna? Son preguntas que me he hecho en los últimos años, recordando mi infancia cerca de la estación de la NASA en Cabo Cañaveral. 

De todos los símbolos relacionados con la oscuridad en tu texto, ¿con cuál te identificas más y por qué?

Con la búsqueda de claridad que surge de la ambivalencia. Mi texto es un intento de dilucidar las conexiones entre ciertos mitos y ciertas verdades, y de reconciliarme con una realidad más compleja que la que acepté de niña. 

La perspectiva que refleja la voz de tu texto es muy sensible y profunda. Cuéntanos más sobre la mirada que vive la historia de tu texto, ¿dónde está ahora y cómo llegó a esa reflexión?

Este texto se deriva de otro que llevo escribiendo formalmente tres años, pero que surge de las inquietudes que desarrollé en el 2016, después de la primera elección de Trump a la presidencia de Estados Unidos. Fue entonces cuando comencé a cuestionar la veracidad de los valores nacionales que me comunicaron en mi infancia, viviendo allá. El proceso de desaprender la propaganda que daba por verdad involucró investigar acerca de la historia de Estados Unidos, sobre todo de la Guerra Fría y la carrera espacial. Visité por primera vez en casi veinte años la ciudad donde crecí y los lugares que me formaron. Sobre todo, reflexioné mucho tiempo sobre la nostalgia, el anhelo de un sentido de pertenencia y la naturaleza corruptora del poder. Creo que ahora veo la realidad con más matices que antes, lo cual siempre es una ganancia, aunque el precio fue la experiencia vergonzosamente dolorosa de confrontar la ingenuidad de mi visión del mundo.

Si pudieras describir el entorno de tu naturaleza interior, ¿qué matices tendría? ¿qué vigores o ausencias serían fundamentales para el entendimiento de tus procesos?

Creo que tiendo a la obsesión y la sospecha, y que esa naturaleza es lo que impulsa mi escritura. Sospecho de lo que me rodea y de mí misma; vivo con la vaga noción de que las cosas son más complejas de lo que parecen. Mi proceso de escribir es un proceso no de declarar sino de descubrir lo que pienso. 

¿Cómo te acercas a los momentos de escritura y creación? ¿Tienes algún ritual para acercarte a la palabra?

Todos mis hábitos alrededor de la escritura son malos y me gustaría cambiarlos. Abro un documento y luego le huyo por muchas horas: limpio mi casa, contesto mensajes, salgo a comer con quien sea que me quiera acompañar, encuentro una receta compleja, voy al supermercado por los ingredientes y me pongo a cocinar, leo, organizo mi closet, riego mis plantas, estudio los poros de mi cara en el espejo y, en los momentos de más alta ansiedad, veo episodios viejos de Sex and the City. Eventualmente abro el documento y comienzo a escribir, normalmente alrededor de las diez u once de la noche. Si me va bien, termino cuando sale el sol y duermo hasta las tres o cuatro de la tarde. 

Si pudieras compartir un mensaje a la comunidad apasionada por la literatura y la conexión con la palabra, ¿Cuál sería?

Lean muchísimo, sobre todo libros “difíciles”. No intenten escribir sin antes cultivar un desdén férreo por la inteligencia artificial. 

Helena Ospina

Cuéntanos sobre ti, tu trayectoria y los elementos esenciales para sintonizar  contigo y con tu obra. 

Mi camino ha sido impulsado por una curiosidad pulsante: el deseo de entender y  experimentar aquello que no comprendo. El arte ha sido el medio mediante el cual he podido dialogar con el mundo que me rodea y cuestionarlo. Para poder sintonizar conmigo, tendría que introducirme como una observadora silenciosa, una chica  existencialista con todo lo bueno y lo no tan bueno que trae, una caminante.  

Soy una artista interdisciplinaria de Colombia, actualmente radicada en Londres. Mi  práctica explora cuestiones existenciales contemporáneas y busca generar un diálogo sobre cómo nuestra percepción del mundo moldea nuestra existencia. 

En el núcleo de mi trabajo habita el acto de cuestionar; a través de él, trazo una línea entre los relatos de lo conocido y las preguntas hacia lo intangible. Mi obra se mueve  entre la investigación y el gesto poético, abarcando proyectos relacionales, instalaciones,  escultura y trabajo editorial. Cada proyecto busca abrir un espacio de reflexión compartida.  

Hablar de la oscuridad de la naturaleza ha sido profundamente importante para  nuestro tránsito interior en DNA ¿Qué fue lo que más te resonó cuando nos  acercamos a ti sobre el proyecto? 

Lo que más me resonó cuando se acercaron de DNA con el proyecto fue la posibilidad  de abrirle la puerta a la oscuridad para habitarla y pensarla. Para poder escribir este texto me dispuse a habitar mi propia oscuridad con actitud de investigadora e ir recolectando pistas sobre como ella habita en mi y pienso que de ese ejercicio surgió un entendimiento profundo al dejarme atravesar por mi propia oscuridad.  

De todos los símbolos relacionados con la oscuridad en tu texto, ¿con cuál te  identificas más y por qué? 

En mi texto cada vez que se menciona la oscuridad se hace mención a la luz, porque sin una no existe la otra. El símbolo de la oscuridad con el que mas me siento identificada  es con el salto hacia ella, con el vacío. Para mí, la oscuridad una vez se habita es luz, y  es ese momento del salto en el que se habita un punto medio. La oscuridad es terreno fértil, en el no saber habitan todas las posibilidades, y es ese umbral justo antes de que  se desplieguen otros mundos en la oscuridad con el que mas me relaciono, y el que mas  me cuesta habitar a su vez. 

Las experiencias filosóficas en relación al vacío son profundas y apelan a una  mirada reflexiva. ¿En qué aspectos crees que el vacío ha dejado marcas por su  ausencia y su presencia? ¿Qué aspectos de tu vida se han visto atravesados por  la inmensidad de la oscuridad y cómo has logrado atravesarlos? 

Pienso que el vacío ha dejado más huella en su presencia que en su ausencia, cada  cambio de estado supone un vacío entre el final y el principio, y yo creo que el paso por  esta vida se trata precisamente de estar comenzando y terminando procesos constantemente, cambiando de piel, habitando el vacío y encontrando una nueva.  Después de cada momento de expansión viene por naturaleza un momento de  contracción y es ahí donde se habita el vacío. Pienso que la filosofía en muchos casos  habla desde este vacío porque habitar el no saber es precisamente lo que da pie a  poderse hacer preguntas profundas e incomodas que ni en la mas alta expansión ni en la mas baja contracción suceden. En el vacío habita un potencial creador muy grande.  

Si pudieras describir el entorno de tu naturaleza interior, ¿qué matices tendría?  ¿qué vigores o ausencias serían fundamentales para el entendimiento de tus  procesos? 

El entorno de mi naturaleza interior oscila entre el fuego y la tierra. A veces la tensión asciende con rapidez, y luego desciende hasta una meseta de tranquilidad. Asimismo, mis procesos suelen ser lentos al principio, cuando se encuentran en esa meseta de la tierra donde se enraizan, y luego, con la velocidad del fuego, transitan con ímpetu. 

Entender este ritmo, que es, al mismo tiempo, lento y veloz constituye quizás el principal  vigor de mi entorno interior: reconocerme en mis propios tiempos, acompañar el pulso  de mis procesos y no forzar el movimiento de lo que aún está germinando. 

¿Cómo te acercas a los momentos de escritura y creación? ¿Tienes algún ritual  para acercarte a la palabra?

Para mi el oficio creativo requiere del ritual hecho rutina. Mi metodología para escribir es  escribir-caminando, comenzar con una primera línea y caminarla, literalmente, y en la  medida en la que me voy moviendo por el mundo guiada por esa primera línea escrita,  las demás van apareciendo. Escribir es conectarse con un canal desde el cual van  llegando las coordenadas siguientes y permitirme ser guiada por ellas. Después conectar  con la rutina y sentarse a transcribir estos viajes por coordenadas en palabras. 

Si pudieras compartir un mensaje a la comunidad apasionada por la literatura y la  conexión con la palabra, ¿Cuál sería? 

El mensaje que quisiera compartir es la invitación a escribir, leer para poder escribir más. Escribir para entenderse, para entender el mundo, para pasar el tiempo, para hacer que pase lento, escribir para todo, siempre. Es una de las herramientas mas accesibles para pensarse en el mundo que ha sido arrebatada por la velocidad del mismo. Recuperarla como acto personal de resistencia.

 

 

 

 

“Existen semillas que crecen de noche, bajo la tierra, y que, en silencio y sin darnos cuenta, atraviesan sus raíces hacia la luz de la luna. Nature & Wonder nació así: como una invitación a regresar a nuestras raíces, a reconectar con nuestro centro, y con el centro del universo, que en esencia es la naturaleza y la experiencia mística. […] Esta edición es un homenaje a todas las formas en que la sombra también nos ha dado paso al autodescubrimiento, al autoconocimiento, a esa búsqueda interior que a veces implica atravesar los muros del laberinto y mirar hacia adentro del ser”. —Sofo Tequiero

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