Para la colección FW24 Saint Laurent, Anthony Vaccarello nos recuerda lo que alguna vez estuvo en el centro de la moda: la ropa.
Los vestidos de seda ajustados, que se asemejan a prendas íntimas transparentes, revelan y cubren simultáneamente a la mujer que los lleva, como rayos X hipergráficos. La transparencia, una firma de Saint Laurent, es reinterpretada, minimizando la distancia entre la prenda y la piel para que ambas se fusionen efectivamente y la tela se evapore como niebla. Acariciando la pierna justo debajo de la rodilla, la longitud es clásica, pero el contenido es novedoso.
Evocando el inolvidable vestido ‘desnudo’ usado por Marilyn Monroe en su última aparición pública, una referencia frecuente para la maison, una ambivalencia inquietante atraviesa las miradas. Perforando la propiedad del artificio femenino, la ligereza efímera resulta ser una ilusión: ¿puede la pureza ser provocativa?
Al final, lo espectral, un recuerdo de la moda como una vez la conocimos, se vuelve tangible, encarnado por la mujer segura de sí misma de Saint Laurent y sus apetitos mundanos. Mientras piezas icónicas de Saint Laurent son reimaginadas en una paleta empolvada, parecida al maquillaje, la agencia se encuentra con el deseo, la aventura se entrelaza con el riesgo y la resiliencia no logra ocultar la fragilidad. Incluso los artículos a medida adquieren una rara fluidez, desde un traje de crepé georgette que parece licuarse en el cuerpo hasta la liviandad inmaterial de un abrigo hecho de innumerables plumas de marabú.
El tema transparente, transpuesto a través de un prisma decididamente actual, se extiende a la joyería de vidrio descarada que evoca más un molde que una forma real, mientras que la noción de ingresar a un reino íntimo informa la ubicación tipo boudoir: dos habitaciones circulares revestidas en damasco de terciopelo esmeralda, un guiño a los salones de la avenida Marceau.