Nature and Wonder ha florecido como un espacio para explorar nuestra relación con la naturaleza, el asombro y la organicidad que nos entrelaza con el mundo desde adentro. Tras atravesar el umbral de la luz y adentrarnos en sus pliegues para nuestro primer volumen, en esta segunda celebración de la tierra nos entregamos a la noche para reconocer las profundidades de la dualidad del espíritu.

En este tránsito espiritual, la oscuridad del alma es tan esencial como el rocío de la vida al amanecer la travesía. El silencio, la ausencia, el vacío y la sombra son también territorios fértiles para la presencia. Los procesos envueltos bajo el velo —así como aquellos que dejan escapar luz por sus poros— son de tiempo impermanente, y solo abrazando el espejo de nuestra sombra más densa podemos cruzar el umbral de la noche para develar el verdadero rostro de nuestro interior.

Honrando el filo de la curva, el desdoblamiento de los troncos que se vuelven ramas, agudizamos nuestro asombro: esa potencia sensible que nos permite experimentar el umbral místico que habitamos sin mirar. Es un acto de gratitud hacia la organicidad de nuestra espiral y de reverencia hacia la ola que transporta nuestros miedos, pasiones, deseos e ilusiones. Mantenerse en estado de asombro es un acto de fe, una forma de resistencia frente a la urgencia de los tiempos modernos.

Al reconocer esa voluntad y rendirnos a la palabra del universo, hallamos en la noche un hálito sagrado donde habita el silencio que posibilita la presencia, el conocimiento y la verdad mística. La noche es el umbral que da voz al espíritu.