10 años de DNA
El juego de recrear el universo en libertad
Habitar el tiempo es habitar un universo de leyes; un juego con condiciones y reglas implícitas que sustentan a la vez que adornan la pluralidad
del espacio: abundan palabras, discursos, filosofías, ciencias y otros disfraces de la verdad en este gran depósito de ausencias; un clóset de
realidades que alberga todas las perspectivas y combinaciones posibles.
De la asfixia en la plenitud del vacío surge el ímpetu de crear, pero romper con el patrón extendido implica un profundo compromiso
con el deseo de participar en el juego desde nuestro propio juego; un reconocimiento de la voluntad propia que se dilata con cada paso y se
manifiesta en esta mise en abîme de escenarios. La idea de ponerse en marcha sobre el camino de la pasión parecería imposible…. El riesgo
tiende a desalentar. Sin embargo, persiste una gota de fe que escurre del espíritu creativo e irriga las semillas de lo posible.
Aquí he encontrado esa senda, esa distancia que solo al recorrer reconcilia todo aquello que no es y sus posiblidades de ser; ese espacio
de juego en donde se siembran los anhelos a partir de un acto voluntario de presencia, participación, reunión y entrega.
Dna Magazine se ha logrado materializar gracias a ese anhelo de buscar la libertad para hallarla en la creación, en la materialización del
juego por el propio juego; todo gracias al reconocimiento de una intención que se manifiesta en una comunidad que comparte esa búsqueda,
siempre sensible y abierta a verse a sí misma en esa posibilidad; gracias al impulso energético que conduce cada decisión hacia la materialización
del sueño; la edificación de una visión de visiones. La esencia misma que nutre este motivo rige el fruto de esa comunidad. Al día de hoy, diez
años se han transformado en un aleph de posibilidades del que se desprenden una infinidad de caminos.
Este issue celebra la manera en que forjamos esos caminos, cada uno en su propio juego y con sus propias herramientas. Cada quien
nombrando desde su propio universo, creando laberintos que, a partir de su perspectiva, son capaces de enfrentarse al acertijo, reconociendo
que todo se teje en un plano colectivo… que del ánimo de la comunidad es que se cosechan todas las flores.
Hoy es solo un punto de partida en el tablero; un jugar sin obstáculos; un juego que nos salva de ser un sinsentido, que nos conduce por
las veredas del placer: ese deseo de ser libre que nos habita y reconocemos en los otros con cada encuentro.
Sofo Tequiero