
En nuestra intención por retratar el camino de las artistas mexicanas que han inspirado a la comunidad creativa de la Ciudad de México, visitamos a Renata Blanco, fundadora y artesana de Studio Conchita. En su vida como artista, orfebre y modelo, Renata ha fundado Studio Conchita, un estudio que explora la joyería y los objetos desde una mirada íntima, simbólica y artesanal, principalmente a través el vidrio.
A lo largo de su trayectoria ha desarrollado colecciones que dialogan con el cuerpo, la memoria y lo ritual. Recientemente presentó una nueva colección “Retorno de Saturno” en un trunk show en Moda Operandi, y le otorgaron el reconocimiento como “Diseñadora de Accesorios del Año” en el Pitch to LAFS en Miami.
¿Quién eres y cómo describirías tu camino hasta este proyecto?
Soy una persona bastante curiosa. Me encanta experimentar y tener una voz creativa. Mi camino en Studio Conchita, ha sido bastante orgánico, colorido y divertido. También ha sido un reto, pero disfruto profundamente hacer lo que hago.
¿Qué experiencias personales sembraron la semilla que te incentivó a emprender?
Crecí en un mundo creativo gracias a mi papá, un artista que trabaja el vidrio, hierro forjado y barro como medio de expresión. Supongo que todo este acercamiento durante mi niñez fue gran influencia para la persona que soy y me ayudó a encontrar mi voz por medio de la creación de objetos mágicos!
¿Qué te sigue motivando a crear un diálogo con el entorno de la Ciudad de México?
Me impulsa mucho el poder conectar con las personas y con el entorno por medio de mis objetos. La Ciudad de México es una ciudad increíble, enérgica, llena de colores y con un equilibrio perfecto entre el caos y la serenidad. Me gusta saber que mis piezas comunican lo mismo: ¡el balance entre materiales, fuerza y fragilidad!
¿Qué sueñas a futuro para tu comunidad y para ti misma, y qué cambios esperas lograr?
Sueño con seguir haciendo crecer mi comunidad, conectar con más personas a través de los objetos que elaboro. Para mí, poder tocar la vida de alguien desde lo material, lo simbólico o lo emocional es un verdadero privilegio. También me gustaría contribuir a una cultura de consumo más consciente: educar desde la práctica, inspirar a las personas a elegir con intención, a valorar lo hecho a mano, lo local, lo que tiene historia. Espero que, poco a poco, podamos construir una red más fuerte y sensible en torno al diseño, los oficios y el cuidado del entorno.