
Cuando no estoy pintando, me siento como un auto sin conductor;
Me voy oxidando.
Mi amor es la pintura.
El amor exige lealtad y humildad, no concede compromisos.
Una pintura puede despertar de un sueño.
Los sueños más importantes no se pueden revelar; es ante mí que se presentan.
En la pintura dejarán sus huellas.
Mirlos caminan sobre la hierba — escuchando el suelo.
Urracas vuelan — chillando.
Gorriones bailan tap en el alféizar de la ventana.
Árboles florecen brotes rosados.
Olores.
Música escondida entre las hojas.
Yo sueño. Yo veo. Yo observo.
Cuando estoy pintando, ya no soy consciente de las reglas del arte.
Estoy buscando y explorando.
En el proceso, mis mundos cobran vida.
Sin pasión dejo de existir.
Le hago miles de preguntas a mis fotos.
Las respuestas a estas preguntas se encuentran dentro mío.
La galería Thaddaeus Ropac presenta la primera exposición individual en el Reino Unido de la pintora Teresa Pągowska (1926-2007), figura clave del arte polaco de posguerra, abarcando cinco décadas de su producción artística. Curada por Oona Doyle y Agnieszka Szewczyk, la muestra tuvo lugar del 14 de febrero al 2 de abril de 2025.
Teresa Pągowska es reconocida por sus sensibles representaciones de la figura femenina, sus personajes interespecie y el uso del lienzo desnudo como recurso pictórico. Sus composiciones enigmáticas, aunque no del todo abstractas, evitan la representación directa para evocar una dimensión íntima y sobrenatural. La artista afirmó: “Mis pinturas reflejan mi lucha con lo que está más allá de nuestro campo normal de observación”. Las figuras de Pągowska —que se disuelven o metamorfosean en el espacio— marcan un cambio histórico en la representación del cuerpo tras la Segunda Guerra Mundial. Al alejarse de la figura modernista, eficiente y mecanizada, su obra manifiesta una perspectiva íntima y emancipadora.
El título de la exposición, Shadow Self, resalta la importancia del motivo de la sombra en la obra de Pągowska. La sombra funciona como hilo conductor en la exposición, tanto formalmente como en la expresión de una introspección hacia un yo oculto. Además, sirve como vínculo entre la figura y el fondo, explorado magistralmente por la artista. Metafóricamente, sugiere ideas sobre la dualidad y refleja su fascinación por el misterio: “Observo para poder ver y expresarlo a través de la pintura, fascinada por los misterios del arte y la lógica secreta de cada cuadro”.
La noción de lo doble impregna su obra, así como su relación esencial con la pintura: “Constantemente me equivoco, no alcanzo mi objetivo, lucho con el lienzo, que es a la vez mi mayor enemigo y mi más querido amigo. De este modo estamos solos: el lienzo y yo”. Además, declara: “La fisicalidad de la pintura me crea. El lienzo, las pinturas, los pinceles y mis manos: estos son los materiales para un cuadro. Por eso me gusta tocar, transformarme en ello. Me gusta ser el lienzo, la pintura, el pincel… ¿de ahí la pintura?”
Inicialmente, Teresa Pągowska fue influenciada por los Coloristas polacos (Kapistas) —formados en París en la década de 1930 e inspirados notablemente por Matisse—, lo que marcó profundamente su sensibilidad cromática. En 1955 participó en la emblemática exposición All-Poland Exhibition of Young Art Against the War—Against Fascism en el Arsenal de Varsovia, que representó un alejamiento significativo del estricto Realismo Socialista figurativo. En este periodo experimentó con el estilo abstracto del Art Informel, y sus obras se incluyeron en la histórica exposición Fifteen Polish Painters en el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1961. Después de participar en la exposición internacional La Nuova Figurazione, organizada por la municipalidad de Florencia en 1963, quedó asociada al movimiento New Figuration, que favorecía una interpretación expresiva y abstracta del cuerpo humano.
A partir de los años sesenta, Pągowska desarrolló un estilo semiabstracto centrado en la figura femenina. La artista afirmó: “Lo que más me interesa es la figura humana. No solo por la riqueza de sus formas. Creo que es el cuerpo humano el que contiene la mayor magia relacionada con el contenido”. La directora del PS1 e historiadora del arte Cornelia Butler ha reconocido a Teresa Pągowska, junto con Alina Szapocznikow y Magdalena Abakanowicz, como una de las primeras artistas polacas en abordar conscientemente el cuerpo femenino, “trabajando antes de que existiera un lenguaje o discurso feminista, pero cuestionando claramente cómo podría deshacerse la integridad del cuerpo modernista”.
La exposición incluye obras de los años sesenta y principios de los setenta, que reflejan su exploración de la forma femenina, tratada con colores vibrantes (Untitled, 1966; Untitled, 1969; Interior, 1970). Sus figuras suelen habitar espacios domésticos cerrados o playas, representados mediante campos abstractos de color. Durante este periodo creó un universo pictórico particular en el que las figuras se fusionan con su entorno. Intérieur terrible (1970) forma parte de un grupo de pinturas que muestran interiores estructurados con perspectivas de un punto, creando atmósferas dramáticas y enigmáticas: algunas evocan escenas de crimen con cuerpos en el suelo, mientras otras, como Intérieur terrible, son oníricas, con cortinas ondulantes, sombras que transitan y múltiples puertas abiertas.
En síntesis, la obra de Teresa Pągowska revela una profunda sensibilidad hacia su entorno, especialmente hacia la costa del norte de Polonia. Muchas pinturas toman inspiración de esta región, destacando obras como Departure of the Birds (1990) y Horizons (1990). Su aguda observación de la naturaleza y su amor por los animales se manifiestan también en piezas tardías, donde figuras humanas y animales se fusionan enigmáticamente, como en Untitled (2002–03) o Self-portrait of a mood (2000). Mediante la economía de líneas, juegos de sombras y la audaz incorporación del lienzo desnudo, crea universos pictóricos en los que lo visible y lo oculto confluyen, evocando la magia latente en lo cotidiano.