CONVENCIDA DEL VALOR QUE EXISTE EN LOS PROCESOS ARTÍSTICOS, AQUELLOS CAPACES DE DARLE VOZ A LA INTUICIÓN Y LA EXPLORACIÓN DEL SUBCONSCIENTE, OTHIANA ROFFIEL CONSTRUYE UNA IDENTIDAD PICTÓRICA TAN PARTICULAR COMO UNIVERSAL.
SIEMPRE CURIOSA Y DISPUESTA A MUTAR TANTAS VECES SEAN NECESARIAS, HA CREADO UNA ESTÉTICA SUMAMENTE PARTICULAR Y VISUALMENTE ESTIMULANTE, PERO QUE SOBRE TODO, TIENE LA CAPACIDAD DE IMPULSARNOS A RECONFIGURAR LA IDEA DEL SER. EL ARTE DE OTHIANA, SIEMPRE EN BÚSQUEDA, APELA A LA MEMORIA PARA FAVORECER EL FLUJO DE LA IMAGINACIÓN.
LA ARTISTA MEXICANA NOS COMPARTE UN ANÁLISIS DE SUS MÁS RECIENTES Y FUTUROS PROYECTOS, Y DE LAS MÚLTIPLES FORMAS EN LAS QUE PODEMOS ABORDAR SU OBRA. NOS ACERCA A SU LENGUAJE ARTÍSTICO PARA LOGRAR FLUIR FAVORABLEMENTE Y ENCAMINARNOS HACIA EL RECONOCIMIENTO DEL CUERPO, EMPLEANDO NUESTROS SENTIDOS EN PLENITUD.
¿RECUERDAS CUÁL O CÓMO FUE QUE SURGIÓ ESE PRIMER IMPULSO CREATIVO QUE TE LLEVÓ A ADENTRARTE EN LA PINTURA?
Cuando estaba visitando SCAD, la universidad donde estudié, me sentía dudosa sobre si elegir fotografía o pintura (hoy en día la foto es un medio del que me he distanciado, pero en la prepa me atraía mucho), así que visité ambos edificios, y claro que me intrigó el de fotografía, pero cuando entré al de pintura sentí algo distinto, algo muy visceral que me dijo: “esto es”. Fue así de contundente, y de ahí pa ́l real… Fue todo: ver a los alumnos mezclando colores en sus paletas, escuchar a los profesores dándoles retroalimentación, las obras colgadas sobre los muros, el olor del edificio… Mi cuerpo se sintió en casa y dijo: “de aquí soy”. Sin embargo, aunque ese fue el momento en el que decidí seguir este camino profesionalmente, la pintura ha estado conmigo siempre. Para nada era una de esas niñas prodigio que se la viven dibujando y pintando, sino que fue una habilidad que tuve que adquirir tomando clases, pero la sensibilidad por el medio siempre estuvo ahí, además de que era una niña con un mundo interior muy rico. Hay un video de mí de chiquita (tal vez tenía cuatro años), pintando en un caballete de plástico, cautivada por lo que estaba sucediendo en la hoja de papel. Se escucha música clásica de fondo y mi mamá, quien estaba detrás de la cámara, pregunta: “¿Qué estás haciendo, Othiana?”, y yo ni me inmuto y sigo en un trance haciendo lo mío. Creo que ese impulso creativo siempre ha estado ahí, más bien fue cuestión de reconectar con él, materializarlo e ir afinando su andar.
¿QUÉ FACTORES CREES QUE HAN SIDO DETERMINANTES O INCLUSO NECESARIOS PARA DEFINIR EL PERFIL ABSTRACTO QUE TIENE TU PINTURA?
Por muchos años trabajé la pintura abstracta en un sentido más purista, “no-representacional”; es decir, que no buscaba plasmar nada de la realidad, y más bien, me encontraba inmersa en una exploración mucho más matérica y formal. Todo era sobre los colores, los trazos, las manchas, las formas, las texturas, etc. Aunque el bagaje de esos años me dejó mucho y, hoy en día, conforma una parte muy significativa de mi lenguaje visual, actualmente no diría que mi obra tiene un perfil abstracto. Si tuviera que escoger una palabra, quisiera que fuera una que no encasillara a la obra, sino que abriera posibilidades. En este sentido, más bien la definiría como “exploratoria”. En mi pintura existen formas que no son reconocibles, pero también utilizo elementos que se inclinan más a lo figurativo, por lo que creo que mi trabajo se sitúa en un intermedio de lenguajes. Hoy en día me interesa que mi pintura no solo trate sobre pintura, sino poder crear universos a través de ella. Busco que sea una conjunción de mirar hacia adentro, a mis mundos interiores, pero también hacia afuera, al cielo, a la naturaleza y a las formas y los cuerpos que existen ahí.
¿DE DÓNDE SURGE ESE PARTICULAR INTERÉS POR LA EXPLORACIÓN DE LA FORMA Y EL COLOR TAN DISTINTIVOS EN TUS OBRAS?
Mi exploración de la forma está muy influenciado por mi bagaje de la pintura abstracta. Mis piezas inician con trazos y formas abstractas, pero luego las voy transformando, adjudicándoles cualidades humanas, de la naturaleza o del espacio estelar, mientras que otras se quedan en el terreno de la abstracción. La mayoría de las veces no sé en qué se va a convertir una forma, y cuando lo descubro es muy emocionante. Me interesa que exista cierta familiaridad en las formas, que permita que nos podamos relacionar con ellas, pero, a la vez, que también queden preguntas abiertas sobre su condición. Y, bueno, sobre el color…, el color es una de las cosas más fascinantes y complejas en la pintura, y creo que constituye una exploración interminable para cualquier pintor. Para mí, ha sido clave entender cómo, en el caso de la pintura, el color no es solo un efecto visual, sino que está atado a lo matérico; es decir, el mismo color se percibe de forma distinta dependiendo de cómo aplique la pintura: por ejemplo, si es una capa delgada en la que las pinceladas son imperceptibles, o si es una capa gruesa y texturizada. Otro factor importante es que trabajo a partir de la memoria, del subconsciente y de mi imaginación, por lo que todo el color en mi obra es inventado; al igual que con las formas, no me baso en una referencia visual. Aproximarme tanto a las formas como al color en mi obra, desde este lugar tan intuitivo, a veces me asusta, porque es como trabajar a ciegas, sin saber a dónde te va a llevar cada nuevo elemento que emerge, sin embargo, al mismo tiempo, lo que más me emociona de la pintura es precisamente eso: su capacidad de sorprenderme una y otra vez.
¿CUÁLES CONSIDERAS QUE SON TUS CUESTIONAMIENTOS MÁS RECURRENTES A TRAVÉS DEL EJERCICIO PICTÓRICO?
Creo que la esencia de mi práctica artística (al igual que de mi vida “fuera del arte”) es el proceso mismo, la búsqueda. Me interesan los procesos evolutivos, tanto los propios como los pictóricos. Pienso en las dos exposiciones individuales que he tenido en Galería Karen Huber y me doy cuenta de que el hilo que las une es el asunto del proceso. La más reciente exposición, el año pasado, se llamó Rehearsal of Becoming (Ensayo del devenir), y la anterior, en 2021, It Takes a Lot of Stuff for a Flower to Grow (Se necesitan muchas cosas para que una flor crezca). Aunque cada una tuvo sus especificidades y matices, al final, ambas expos apuntaron a la premisa de que el proceso de “llegar a ser” (el de una flor, una pintura, un cuerpo de obra o una persona) es interminable.
¿EXISTE ALGUNA PARTICULARIDAD O METODOLOGÍA QUE A LO LARGO DE TU PROCESO CREATIVO CONSIDERES INDISPENSABLE PARA QUE TU TRABAJO FLUYA CORRECTAMENTE?
Hablo de esto muy poco, y ahorita me cuestiono el porqué, aunque quizás eso sea una conversación para otro día; sin embargo, creo que, a pesar de que ocupan distintos espacios y tiempos en mi rutina cotidiana, en realidad, mi práctica interior y de autocuidado está muy ligada a mi práctica artística. El cuerpo cada vez está más presente en mi obra, no desde un entendimiento más típico de la figuración, sino en el sentido de que cada vez trabajo más desde una intuición corpórea, y creo que eso puede tener que ver con mi búsqueda personal y con el trabajo, tanto físico como interior, que llevo haciendo desde años atrás, que va desde practicar yoga y otras disciplinas somáticas, a años de psicoterapia, entre otras cosas. También pienso en el rol que juega la naturaleza en mi obra. Precisamente, mi pintura comenzó a tomar otro rumbo, que la llevó a lo que es hoy, durante la pandemia, cuando estaba viviendo fuera de la ciudad, inmersa en un contexto campestre. La naturaleza se volvió clave para mi trabajo y, aunque hoy en día no convivo a diario con ella, hago esfuerzos por visitarla cuando puedo, pero, sobre todo, cargo el paisaje conmigo, mi cuerpo la recuerda.
EN UN MUNDO ABSORTO POR LA TECNOLOGÍA, ¿QUÉ FACTORES (DEL “MUNDO REAL”) CONSIDERAS QUE MEJOR ESTIMULAN E INCITAN A TU CREATIVIDAD?
Esta pregunta está muy atada a mi respuesta anterior; sin duda diría que tanto la naturaleza como mi propia consciencia corporal, el estar en conexión con mi cuerpo y con cómo me habla, son de las cosas que más estimulan mi creatividad. Experimentamos el mundo a través de los sentidos, a través de nuestro cuerpo, y también es desde ahí que después hacemos arte. El cuerpo es el umbral que conecta nuestro universo interior con el exterior. Ver la luna, comer algo delicioso, una caricia, el olor de la lluvia, escuchar una pieza de música, todo eso afecta mi quehacer artístico. Pero, bueno, aunque busco hacer cada vez más espacio para crear desde este lugar más intuitivo o corporal, también es verdad que mi creatividad se nutre de lo intelectual, de lo que estoy leyendo o investigando, de la historia del arte misma, de mi diálogo con otros artistas, ya sean de la historia o colegas con los que converso, y de ver la obra de otros en museos o galerías; por ejemplo, hace unos fines de semana visité la expo de Ragnar Kjartansson en el Museo Tamayo, lo cual fue una experiencia muy profunda y estimulante, y el eco de lo que sentí ahí reverberó a lo largo de mi semana. Quizá, esto se debió precisamente a que su obra no solo se ve, sino que se siente con el cuerpo.
¿CREES QUE LA DIGITALIZACIÓN DEL ARTE HA INFLUIDO EN TU FORMA DE CONCEPTUALIZAR O INCLUSO AL CREAR UNA PIEZA?
No creamos en un vacío, por lo que ninguno de nosotros está exento de que la tecnología permee nuestro trabajo de una forma u otra, solo que algunos artistas la utilizan de una manera más intencional, ya sea como herramienta en sus procesos o como el enfoque central de su práctica, mientras que a otros nos afecta de refilón. En mi caso, más bien ha sido un proceso de recurrir cada vez menos a ella. Cuando comencé a incorporar elementos más figurativos a mi obra, sí usaba imágenes fotográficas como referencia, pero con el pasar del tiempo me fui desprendiendo de eso, y hoy en día recurro exclusivamente a mi memoria, al subconsciente y a mi imaginación para idear mis pinturas (no porque esté peleada con ello, sino porque ahorita lo otro se siente más intuitivo); sin embargo, vivimos en un mundo digital al que estamos expuestos constantemente, y creo que esto influye de manera inevitable en cómo veo y también en cómo creo, por más que intente que mis piezas rompan con ello.
Y EN ESE SENTIDO, ¿HAS LLEGADO A CONSIDERAR QUE EL AUGE VIRTUAL PODRÍA INFLUIR EN LA FORMA EN LA QUE EL ESPECTADOR CONCIBE O SE ACERCA A TU OBRA?
De nuevo, es imposible que no lo influya; el espectador no llega como tabula rasa frente a la obra, sino que viene siempre cargando sus propios horizontes vivencial y cultural que afectan su lectura de la obra, y ese bagaje está muy influenciado por el mundo digital, y tampoco tiene nada de malo, creo que la riqueza del arte está precisamente en que cada quien aporta algo distinto a la espectaduría; sin embargo, también me parece refrescante que en un mundo sobresaturado de imágenes, en el que lo virtual tiene cada vez más peso, el espectador, al acercarse a mi obra, pueda tener un respiro de eso, y pueda descubrir otras posibles maneras de relacionarse, con su cuerpo, con otros cuerpos, con su interior, con su contexto, e, incluso, con la tecnología misma.
¿QUÉ TE MANTIENE INTERESADA O CURIOSA POR SEGUIR EXPLORANDO LA TRADICIÓN PICTÓRICA? ¿HAY ALGÚN OTRO FORMATO QUE TENGAS INTERÉS EN TRABAJAR?
El gancho para mí es saber que todo es posible en la pintura; es inagotable y la historia del arte misma es prueba de ello. Regreso una y otra vez a ella porque nunca deja de sorprenderme, de retarme, de mostrarme nuevas maneras de hacer las cosas, nuevas posibilidades y nuevos mundos, nuevas formas de relacionarme con la pintura misma, conmigo, con otros y con mi contexto. Me emociona la idea de ampliar mi caja de herramientas; es decir, la suma de todos los recursos que conforman mi lenguaje pictórico (gestos, trazos, colores, pinceladas, formas y motivos), y en ese proceso seguir consolidando un lenguaje visual cada vez más mío, aunque, como ya mencioné, la búsqueda es interminable, y el desarrollo de ese “lenguaje propio” será un eterno trabajo en curso.
Ahora, sobre tu pregunta de mi interés por trabajar con otros medios, siento que incursionar en otras disciplinas artísticas es una curiosidad que va y viene. Por momentos, tenemos la inquietud de ir más allá del marco pictórico, lo cual en mi caso se ha manifestado desde mi época más abstracta, crear elementos escultóricos que acompañaban las pinturas, hasta para It Takes a Lot of Stuff for a Flower to Grow, traer piedras volcánicas al espacio expositivo. Sin embargo, actualmente no tengo esas inquietudes, pues estoy cautivada por las posibilidades que existen dentro de la pintura misma. Pareciera que el formato pictórico marca un límite, pero en realidad es una ventana donde las posibilidades son infinitas.
¿PODRÍAS COMPARTIRNOS UN POCO DE TUS PLANES U OBJETIVOS ARTÍSTICOS A FUTURO?
A inicios de este año, comencé a desarrollar un nuevo cuerpo de obra dentro del marco de la beca Jóvenes Creadores que actualmente tengo. Aunque este cuerpo de obra es una progresión natural de lo que le antecede, para este proyecto me estoy enfocando en la noción de la polisemia pictórica, la cual, para el propósito de mi proyecto, entiendo como la capacidad de una pintura de tener múltiples significados o interpretaciones. Lo que me interesa explorar son los recursos que permiten esa multiplicidad narrativa, como lo son las cosas de las que ya llevamos rato platicando: el ir y venir entre lo abstracto y lo figurativo, la indefinición, lo amorfo o trabajar desde lo inventivo, amén, claro, de los nuevos recursos que pueda encontrar en el camino. Todo esto crea condiciones para la polisemia pictórica y se abren las posibilidades de lectura de la obra, como en un sueño en el que las interpretaciones son infinitas y a veces solo queda la sensación.