The Metamorphosis of the Human Body
Entrevista con Kandy García
(CULTURE)

El hombre se vive como parte del mundo, y como él mismo se observa a través de percepción y formación de ideas; por medio de vivencias y creación o implementación social de conceptos.

Nuestro cuerpo es una materialización de energía; partiendo de los principios de la física y la biología. Según la teoría de la relatividad de einstein, la materia y la energía son equivalentes y pueden convertirse una en otra según la famosa ecuación E=MC2.

En el contexto del cuerpo humano, esto significa que la materia que compone nuestro organismo (átomos, moléculas, células, tejidos, etc.) está compuesta por partículas subatómicas (como electrones, protones y neutrones) que, en esencia, son formas de energía. Estas partículas interactúan y se mantienen unidas mediante fuerzas fundamentales, como la fuerza electromagnética y la fuerza nuclear, que son manifestaciones de la interacción entre diferentes formas de energía.

Además, el cuerpo humano funciona gracias a una serie de procesos bioquímicos y bioeléctricos. Los impulsos eléctricos transmitidos a través del sistema nervioso son otra forma en la que la energía se manifiesta en el cuerpo humano.
Desde la perspectiva de la biología, el cuerpo humano también puede entenderse como un sistema abierto de intercambio de energía con el entorno. Obtener energía a través de la alimentación y el metabolismo, así como liberar energía en forma de calor, son procesos vitales para el funcionamiento y la supervivencia del cuerpo humano.

Científicamente, el cuerpo humano puede considerarse como una materialización de energía debido a la equivalencia entre materia y energía, la presencia de procesos bioquímicos y bioeléctricos que implican la transferencia y transformación de energía, y el intercambio de energía con el entorno para mantener la vida.

Las emociones pueden tener efectos fisiológicos en el cuerpo humano, que involucran procesos energéticos. Cuando experimentamos emociones, se desencadenan respuestas físicas y químicas en nuestro organismo. Por ejemplo, el sistema nervioso autónomo puede activarse, lo que puede resultar en cambios en la frecuencia cardíaca, la presión arterial y la respiración. Estas respuestas pueden requerir la utilización de energía metabólica para mantener el equilibrio del cuerpo y restablecer el estado de reposo. La relación entre las emociones y la energía es un tema complejo y aún se encuentra en investigación. Durante los últimos dos años, he usado mi cuerpo como experimentación de teorías y prácticas “alternativas” de sanación, al tener una condición en la columna que me ha orillado a transformar mi vida por completo, y decidir no tomar el camino inmediato de la cirugía. He profundizado en un autoconocimiento y exploración de mis emociones, y el cómo se relacionan con mi cuerpo. En este camino conocí a Kandy García, quien ha sido una guía de sanación para mi cuerpo. Kandy se graduó como fisioterapeuta en la escuela del centro médico abc; fisioterapeuta como base, en sus primeros años de práctica en el prestigioso hospital de nutrición “Salvador Zubirán”; posteriormente se especializó en terapia global y postura por el ̈instituto mezieres en barcelona ̈; especialista en entrenamiento y manejo de la fascia por el ̈instituto de fascia en alemania ̈, y se graduó de osteópata por el “Barral Institute Francia”. Actualmente es directora del “centro de fisioterapia y osteopatía” en la Condesa.

¿CÓMO HA SIDO TU AVANCE DE INVESTIGACIÓN, EN LA RELACIÓN DE LAS EMOCIONES Y EL CUERPO HUMANO EN TU CARRERA PROFESIONAL? PLATICANOS DE ESTO A PARTIR DE TU EXPERIENCIA

Al pasar los años de práctica como fisioterapeuta, siempre buscaba favorecer la pronta recuperación, el equilibrio y la autogestión en el cuerpo a través de la enseñanza, sin embargo, en repetidas ocasiones me tope con las diversas emociones que acompañan al paciente sin muchas herramientas… eso hizo tener siempre presente la siguiente pregunta: ¿Cómo puedo ayudar más? y seguir investigando. En la actualidad atiendo a pacientes a través de la disciplina de la osteopatía, que es una especialidad en terapia manual. Los años de práctica, y el haber aprendido a observar el cuerpo y al paciente con globalidad (técnica Mezieres) marcó en mi, una nueva forma de atención. Integrar en esta observación, no solo a seres con un padecimiento, lesión, dolor, o afección física, sino la parte que nos completa: somos seres emocionales y espirituales. El ejemplo que usaron mis profesores en Barcelona: “La postura no será la misma en una persona que acaba de recibir una gran noticia o si recibe la noticia de la pérdida de un familiar”. La emoción impactará en su mente, y al cuerpo que responde a las mismas, de una forma totalmente diferente, dependiendo de la persona. En esto, el cuerpo utiliza el sistema nervioso autónomo (como su nombre lo indica, automático) la intercomunicación dentro de su propio cuerpo (interocepción, recientemente nombrada como sexto sentido) y la comunicación con el medio externo o exterocepción (séptimo sentido) a través de neurotransmisores y enzimas que favorecen la respuesta del cuerpo, el cual, al recibir diversas señales, manifestará y apoyará el estado de ánimo con sus diversas respuestas corporales.

 

 

 

Para mi, fue una gran novedad aprender a observar el cuerpo, y a la persona que habita ese cuerpo, con esa mirada que integra; y aquí entra la gran herramienta que el día de hoy me permite trabajar al cuerpo con atenta “ESCUCHA”: MIS MANOS. Ahora, a través de un arduo y largo entrenamiento enmarcado por el conocimiento y el uso profundo de la anatomía, fisiología, sumado a un gran entrenamiento de la mano (no por nada en el cerebro, estas representan una gran área) hace uso de los millones de receptores para captar e informar lo que sucede en el cuerpo. La mano será capaz de informar ¿qué estructura?, ¿qué parte de la misma?, en relación a cuál órgano, y si a esta la aqueja un tema emocional. Es un mundo fascinante.

El ser humano sufre traumas a lo largo de la vida, que despliegan dentro del cuerpo una respuesta de estrés, que puede ser físico, emocional, y/o espiritual, de diferentes grados o intensidades, por ejemplo: un esguince genera estrés físico, una mala noticia, cómo podría ser perder un trabajo, genera un trauma emocional, recordemos que las emociones sólo se pueden experimentar dentro de un cuerpo, que sin entrar en detalles, está compuesto también por una parte espiritual “una inteligencia innata” interna, que permite mover el acomodo a cada proceso interno que nos da equilibrio.

En mi experiencia, la auto observación, es la forma simple aunque no sencilla de acercarnos al funcionamiento de nuestro cuerpo, desde un nivel evidente, hasta lo más complejo. Observarnos, nos dará las pistas acerca de ¿Qué nos está sucediendo?, ¿Qué necesito?, ¿Cómo me puedo ayudar?, ¿A quién puedo pedir ayuda? Parece simple pero en un mundo lleno de distracciones, nos hemos olvidado de nosotros mismos, de nuestra propia intimidad y autoconocimiento. “Nosce te ipsum” (Conócete a ti mismo) Sócrates.

La osteopatía es una rama de la terapia manual, disciplina que existe desde el año 1828 creada por el Dr. Still. La osteopatía es maravillosa ya que su sistema de atender a los pacientes de forma global u holística, no de inciensos y velas, sino dar abordaje y/o tratamiento a varias esfera físicas: la esfera músculo- esquelética (músculos, ligamentos, tendones, articulaciones), la esfera visceral, que abarca abdomen-pelvis (estómago, colón, intestino delgado, hígado, páncreas, bazo, riñones, vejiga, etc.) y tórax (pulmones, pleura, pericardio, corazón etc.) la esfera craneal que abarca cráneo, encéfalo, canal dural, así como las arterias y nervios periféricos. Estas son las esferas en las cuales un Osteópata experimentado debe tener entrenamiento. Personalmente en la escuela de Barral (Francia) recibí un entrenamiento para manejar las emociones que “se alojan” en los diversos órganos del cuerpo. Es muy importante mencionar que el osteópata no cura al paciente, simplemente provee los medios para que él cuerpo realice su propia naturaleza, que es estar sano y en equilibrio. Es la persona y su percepción, él ¿Cómo ve su mundo? el que rige su biología. Actualmente se sabe que un gen manifestará diferentes proteínas a partir de su huella epigenética.

La energía que permite que todos los procesos se lleven a cabo de forma natural, es la misma energía que nos sana. Las células vivas son como una “batería”, tienen cargas positiva (+) fuera de la célula y negativa (~) dentro de ella, y si nos conforman 5 trillones de células, generamos electricidad en el cuerpo… son estas diferencias de carga lo que permite llevar a cabo los diversos procesos complejos de intercomunicación, permite que el cuerpo realice sus procesos, como la contracción muscular, la contracción del corazón, las comunicaciones entre neuronas, todo esto a través del maravilloso sentido de la interocepción, sentido que avisa dentro del mismo cuerpo, lo que está sucediendo, y responde con lo que necesita casi de forma instintiva.

En la actualidad es gracias a las neurociencias modernas, que estamos seguros de cómo el pensamiento afecta a nuestro organismo, recuerdo leer este libro de la Dra. Nazareth Castellanos, donde menciona que un grupo de personas que al ser examinadas, con el simple hecho de posicionar la cabeza hacia abajo del plano horizontal, su sesgo de pensamientos fue negativo, y las personas con la cabeza por arriba del plano horizontal, el sesgo de pensamiento es positivo. Así que la reflexión para mí misma: una práctica energética llevada a cabo por un profesional, claro que puede impactar positivamente para nuestro bienestar.

En la osteopatía se desarrolla la capacidad para revisar el cuerpo físico después de un largo entrenamiento, y determinar en cada paciente si la escucha está más allá de su cuerpo físico, así “su escucha” (o diagnóstico manual) abarcará su esfera emocional, y se podrá determinar ¿qué órgano está afectado?, la analogía podría ser; te sucede un evento, que te saca de tu equilibrio… tu mente rápidamente intenta gestionar dicha emoción y sentimiento… Si es manejable, utilizará los procesos cognitivos (le dará una solución, una justificación) y lo dejará pasar, pero si el evento es tal que desborda “la razón“, entonces el cuerpo sabiamente utilizará al propio cuerpo como un amortiguador emocional, y según la emoción a gestionar, será el órgano con el que se vincule, creando una vía neuronal facilitada a ese órgano, y así la mente y el cuerpo, son capaces de solventar quizás para siempre, o de momento, este evento.

En la práctica suelo encontrar “escuchas emocionales positivas” les explico a mis pacientes, el evento que generó una respuesta en el cuerpo y utiliza algún órgano “ayuda” para amortiguar este estrés, pero al pasar el evento, el órgano continua “encendido”, como si tocaras el timbre y este se quedara pegado, mandando continuamente la señal al sistema autónomo de que algo continúa fuera de equilibrio y requiere atención. Las diversas estructuras del cuerpo, suelen relacionarse a eventos traumáticos de muchos años antes o eventos recientes que marcan la vida, por ejemplo, una escucha de riñón (derecho o izquierdo) habla de un miedo profundo, aquel miedo que muchas veces uno no es consciente por lo vulnerable que puede llegar a ser. Cómo el Osteópata únicamente dará tratamiento a ese riñón, si el cuerpo del paciente lo pide (respetando al cuerpo, al tejido y a la persona) es posible que mediante técnicas manuales se libere al riñón (hablando de movimientos y sus uniones viscerales, ligamentos propios, fascias o mesos) aquí hago uso de una técnica para “meter“ el cuerpo emocional, al cuerpo físico (basado en la energía electromagnética que todo ser vivo emite). Con este tratamiento el riñón dejará de ser el foco de atención del cuerpo, y así, este realizará en perfecta armonía todas sus funciones, y el paciente podrá desplegar sus pensamientos y emociones sin la “pincelada” de miedo que aportaba un riñón con escucha emocional positiva. Entiéndase por escucha emocional la interrelación antes mencionada entre cuerpo físico y cuerpo emocional.

En la actualidad, pase de dar fisioterapia a ser especialista en terapia manual: osteópata.

Cuando recibo a un paciente, lo primero que hago (posterior a una breve entrevista, para conectar con el y saber sus inquietudes; escuchar y entender sus necesidades) ejecuto una “escucha” con la mano, en la que es el cuerpo del paciente, quien me indica que estructuras hay que tratar y en qué orden. Al hacer este escaneo/ escucha del cuerpo, que comienza de pie, pongo mi mano en la cabeza del paciente con ligera presión, y este estímulo cinético se va a detener en el área que requiere ser trabajada, después lo recuesto y lo reviso por segmentos, y su cuerpo mostrará el órgano y/o tejidos a trabajar. Posteriormente valorar los rangos de movilidad y la maestría de un termo-diagnóstico, con la cual, el cuerpo al emitir calor en extremo, avisa que es un área “que como una rodilla que se golpea y se inflama“ requiere ser desinflamada y tratada. Es con este entrenamiento que puedo determinar si el paciente presenta una escucha emocional positiva o negativa, la cual requiere de atención.

La mano entrenada es capaz de percibir: los tejidos, los órganos y sus relaciones viscerales; el osteópata debe tener un profundo conocimiento de anatomía, y fisiología, debe conocer las capas, los diferentes planos y sus relaciones. Es capaz de percibir las restricciones del tejido en sus diferentes capas, uniones y profundidades (a través de las fascias y su tensegridad) de percibir la salud de los mismos, sus ritmos propios (movimientos en inspir/ espir) denominada motilidad, la falta de hidratación, la restricción de los tejidos, la alimentación y suplementación, hábitos de movimiento, etc. La mano en sus bordes laterales tiene receptores electromagnéticos, es cuestión de habilitar/entrenar estos receptores para que nos brinden la información que el cuerpo del paciente emite. Para mí, al trabajar encuentro un mundo fascinante. Cada persona que pone en mis manos su cuerpo, es un viaje fantástico, muy único. Mi entrenamiento me lleva, con metodologías y técnicas puntuales y muy específicas, a abordar al paciente de una forma total, como lo que somos, seres integrados por un cuerpo físico, una mente y las emociones (no olvidemos que estas solo las podemos percibir en el cuerpo). A lo largo de mi carrera me entrené como especialista en Postura y esto fue un parteaguas, literalmente fue ahí donde aprendí a mirar al cuerpo en globalidad, me regaló la grata mirada de la unión, de la integración.

Los tejidos blandos (músculos ligamentos, tendones, fascias) y los órganos, sufren el impacto directo de nuestra salud mental y emocional, de nuestros hábitos de alimentación y movimiento y reflejan aquello que le aqueja, lo que debe ser atendiendo, lo que está por resolver. Se puede decir que esta es mi parte favorita, es aquí donde todos los conocimientos, entrenamientos y la experiencia recibidos a lo largo de los años, se ponen al servicio del paciente. Es un “arte” leer el cuerpo de un paciente, saber qué estructura, qué parte de la estructura, qué unión está restringida, y determinar qué técnica osteopática, qué técnica de masaje (neuro sedación con método Pold) de estiramiento global requiere, o de descarga emocional. Liberar la energía acumulada de una estructura mediante diversas técnicas (manuales y/o energéticas) van a permitir que el cuerpo libere, y como tú mencionas, se transforme y exprese su naturaleza que es el equilibrio y renovación.

Todo el tratamiento tiene unos fundamentos sólidos en anatomía profunda, fisiológica y neurociencias aplicadas, claramente sorprende, ya que el osteópata es delicado en sus técnicas, presta atención en todo momento a las señales del cuerpo, para que la comunicación entre terapeuta y paciente sea como una “danza perfecta“ de dar y recibir. Es estar en plena consciencia, de tal forma, que uno escoge aquella técnica que sea más favorable al paciente. Es ser responsable y respetuoso en los ritmos del cuerpo, y no por querer ayudar, avasallar su ritmo. Es poder discernir en dónde está mi límite como terapeuta manual, y de ser necesario poder recomendar al profesional indicado.

En mi experiencia, he constatado que no hay una única solución para algo. Somos seres interdimensionales; nos conforma nuestro cuerpo físico, el emocional y nuestro espíritu; entonces necesitamos atender cada una de ellas. En este cuerpo físico que vivimos, inciden nuestros pensamientos, y sentimos así como los hábitos son favorables o no. Esto da muchísimo alivio porque diariamente estamos en evolución, diariamente tenemos la oportunidad de decidir en favor de aprender, y poner en práctica aquello que soporte nuestra “curación“. Hay que valorar ¿con qué profesional nos vamos atender?, ¿cuáles son sus alcances? y no romantizar los resultados. Existen extraordinarios profesionales que ponen sus dones y talentos al servicio del paciente; ser paciente es confiar, y para no dejar todo en manos del terapeuta al recibir un tratamiento, uno como paciente también participa en él, ya sea con ejercicio, alguna respiración específica, consumiendo ciertos alimentos, bebiendo agua, cierta rutina, pensamientos que apoyen nuestra recuperación, así como interesarse y aprender en todo aquello que cada uno considere que sume para una metamorfosis a un nuevo estado del ser.

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